miércoles, 5 de febrero de 2020

VIKINGS: REVIEW DEL EPISODIO 6X08 ("EL VALHALLA PUEDE ESPERAR")


Antes de nada, hay que subrayar que este episodio está magistralmente dirigido por nuestra Katheryn Winnick (Lagertha), quien había matizado en entrevistas anteriores que "Valhalla can wait" estaría muy focalizado hacia la crisis política y personal que atraviesa ahora mismo Björn como rey. Y es que el episodio rebosa de planos en primera persona de su duelo interno, pero no sólo nos deja los sentimientos marcados a fuego en la cara -la frialdad de Piel de Hierro sólo es equiparable al gélido hielo que  aletarga a Kattegat-, sino que también plantea interrogantes llenos de intriga en lo que respecta a los storylines de otros personajes, como Ivar, Harald, Hvitserk o Ubbe. 

Björn está frustrado y furioso, reprimiendo lágrimas: Hvitserk es el asesino de su madre, y en esta ocasión no piensa ceder un ápice a la indulgencia. Ordena traerlo al Gran Salón, pero lo único que consigue arrancarle es una confesión obvia. Confundió accidentalmente a Lagertha con Ivar. Su hermanastro no le concede si quiera otro amanecer y, mientras preparan su ejecución -acabamos de salir de un funeral y ya nos estamos metiendo de lleno en otro- Ubbe, que se temía ya lo peor, habla con él, aconsejándole pedir clemencia a Björn, a lo que Hvitserk no parece estar muy dispuesto. Considera que su destino estaba ya predicho, porque de los tres hijos de Ragnar que quedan en Kattegat, era imposible que hubiera sido Björn el asesino de su propia madre, y únicamente quedaban ellos dos: él era el pequeño, la escoria que no honró a su padre. Si tiene que morir hoy, está listo. Tal es el castigo impuesto por los dioses. 

El soberano de Kattegat desea que sufra tanto como él y como Lagertha y manda incinerarlo vivo, pero cuando las llamas se prestan a calcinar sus pies, se abre un claro en el cielo cuyos haces de luz iluminan al desdichado Hvitserk, por lo que Björn indica a Ubbe que le lance el hacha para romper amarres. Éste lo recoge a nado pero Björn jura que no permitirá que vaya al Valhala: le condena a un exilio perenne, y Ubbe teme que no sobreviva al invierno. 



Björn necesita tiempo para pensar: cuando era niño, le prometió a Ragnar que cuidaría siempre de su madre el día que ambos abandonaron Kattegat, y su padre le enseñó que, cuando le llegara la hora, habría de gobernar con  la razón y no con el corazón. Les ha fallado a los dos: su excesiva clemencia con los traidores le nubló los ojos; les perdonó la vida, los desterró y ellos se vengaron atacando a Lagertha y a la comunidad de mujeres que vivía bajo su mando, mientras él ansiaba engrandecerse  y accedía a participar en la elección del rey de Noruega que dio el triunfo a Harald. No estuvo a su lado para protegerla cuando más le necesitaba, ni tampoco con su pueblo. Tanto deseaba ser un rey diferente al tirano de Ivar, que su buena voluntad ha desencadenado consecuencias irreparables: su madre ha muerto por su culpa y tampoco supo prever la traición de Harald; ha perdido la corona de Noruega, a su madre, a su hijo Halli, que podría estar vivo si hubiera ajusticiado a esos bandidos cuando tuvo oportunidad, e incluso el favor de los dioses. Matar a Hvitserk no servirá para conquistar el terreno perdido sino, en el mejor de los casos, para parecerse aún más a su medio hermano. 



Ubbe trata de compadecerle asumiendo parte de la responsabilidad, ya que en su regencia podría haber adoptado medidas de vigilancia dado el estado alucinógeno de Hvitserk, pero no lo hizo. Igualmente Erik el mercenario le consuela, pero ahora Björn sólo puede cargar con el peso de las circunstancias y decide dar un discurso público junto con Gunhild reconociendo sus fracasos. Al principio los aldeanos de Kattegat enmudecen, pero unas palabras de arenga provenientes de su esposa bastan para levantar sus ánimos y encender antorchas con las que vitorear a Björn, que aún no termina de digerir lo sucedido. Pensativo, recurre a una prostituta, pero ambos son sorprendidos por Gunhild, que es la única que, lejos de apiadarse de él, le espeta la verdad a la cara: Lagertha está muerta por su culpa; ella pudo haber corrido esa misma suerte y, además, él ama también a Ingrid, la esclava, si bien su mujer no es celosa y está dispuesta a tolerar un matrimonio trígamo. Lo cierto es que, si en su momento Lagertha hubiera consentido en vivir de manera semejante con Ragnar y Aslaug, todo sería ahora muy diferente. 

Ubbe prefiere mantenerse al margen y ello, unido a sus instintos de explorador, le llevan a emprender un viaje con Torvi, Assa y Kjetill a Islandia. De esa manera mantendrá a salvo a su familia, porque tarde o temprano Harald planeará un asedio a la ciudad, tal y como vemos que él mismo se lo hace ver a Olaf, que ahora es su prisionero. Se regodea de su situación, pero le quiere vivo porque, aunque es su "filósofo" y todo lo que dice le parece "ridículo", un día podría acabar diciendo algo inteligente y útil. 



Mientras tanto, en Kiev, el plan de Oleg para conquistar Escandinavia va adquiriendo forma. Le interesa enviar pequeñas expediciones para capturar prisioneros a los que extorsionar o sobornar a cambio de información, y Ivar, muy oportuno, desea participar de ese proyecto como algo más que como informador: quiere liderar esas expediciones. Oleg deja el asunto en el aire cuando el príncipe Igor se rebela afirmando que "todo es suyo", palabras que sin duda son fruto de las enseñanzas de Ivar que, cuando paseaba junto a él por la capital, le dijo que nadie podía darle lo que ya era suyo por derecho. Iracundo, Oleg pisotea el muñeco de Igor  y le reprime con severa dureza, tanta como para dejar a Ivar boquiabierto. Entonces, éste pide ausentarse y se dirige a los aposentos de Igor para reconfortarle. 



Tiempo después observamos cómo la primera expedición rusa llega a Istrehagan, una villa cercana a  Vestfold, en Noruega, y deja desolación y destrucción al  paso de sus caballos. Las noticias llegan a oídos de Harald, que no parece terminar de creerse lo de los "espíritus" extranjeros. Y, mientras, el barco de Ubbe y Torvi arriba a las costas islandesas, donde todos bendicen y celebran la llegada de uno de los hijos de Ragnar... excepto Kjetill que, a tientas, se lamenta, a sabiendas de que Ubbe descubrirá tarde o temprano lo que le sucedió a Floki y las conspiraciones que varias familias tramaron contra él.  

La batalla por Kattegat se aproxima pero, afortunadamente, la irrupción de los varegos rusos en Noruega mantendrá a Harald lo bastante ocupado como para no planificar tan pronto el asedio. Quizás este factor propicie deslealtades por parte de los líderes vikingos y le permita a Björn ganar aliados para la gran guerra que se le avecina. ¿Y Hvitserk? ¿Morirá entre hielo y alucinaciones? Y si el invierno no lo mata, ¿a dónde se dirigirá ahora? ¿acudirá a Harald en busca de protección, le traicionará y se pasará al bando de Olaf? ¿o buscará a Ivar para aliarse o, peor, para vengarse de él? ¿qué nuevos problemas le deparará Islandia a Ubbe? ¿tendrá que huir de allí en busca de nuevas tierras o logrará el suficiente respaldo como para apoyar a Björn?


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Post by Philosophic Dragon




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