viernes, 1 de mayo de 2020

THE WITCHER: UN RELATO ESTILO LEGEND OF THE SEEKER EN UNA ATMÓSFERA TOLKIENSE



Legend of the Seeker (La Leyenda del Buscador, 2008) y El Señor de los Anillos serían los títulos clave que a mi juicio definirían a esta inusual epopeya fantástica producida por Netflix, basada en las novelas de Andrzej Sapkowski sobre el mago errante Geralt de Rivia. Ésa es, al menos, mi opinión personal tras haber visionado el primer episodio de esta serie que se estrenó en diciembre del año pasado.  He decir que mis intenciones de verla se basaban en el tráiler y también en las críticas generalmente positivas que ha recibido la propuesta, aparte ya de mi inclinación natural hacia la fantasía, la épica y la ciencia ficción. Dado que aún desconozco el alcance real de la primera temporada, no es mucho lo que puedo decir. Antes que nada, reconocer que previamente a redactar esta crítica he leído al menos otras dos  y que he podido comprobar que, si bien la serie ha sido bien recibida, he observado una división polarizada de reseñas: los que alaban la adaptación y los que la califican como "mala" o mediocre. Adelanto que mi intención no es posicionarme ni con los primeros ni con los segundos; me sitúo en un punto intermedio, en la piel de alguien a quien no le ha desagradado el episodio piloto, pero al que tampoco le ha acabado de convencer todo lo que ha visto. 

Vayamos por partes. Otros críticos han comparado The Witcher con Game of Thrones, Embrujadas o incluso con Buffy Cazavampiros. En mi caso, yo añadiría como posibles referencias Legend of The Seeker y el Señor de los Anillos, ya que sólo se puede comparar aquello que se conoce de antemano y, además,  existe una tendencia abusiva a comparar todas las series fantásticas con Game of Thrones, lo que provoca que casi siempre las más recientes salgan muy malparadas. No se puede negar que The Witcher tiene sus similitudes, pero sobre todo se trata de semejanzas ambientales y no de fondo. La de Netflix no es Game of Thrones ni tampoco pretende serlo, porque ya la historia es diferente y sus  focos de interés son otros. No es un reflejo subliminal fabuloso, vestido de Medievo, de la actual sociedad política, sino un relato más íntimo. Una historia  centrada en un anti-héroe más que en un héroe. 

En resumen, una versión desencantada y pesimista del clásico viaje del héroe que se puede hallar en la literatura fantástica, con sus errores y sus aciertos. Acierta al desviarse de lo tradicional, y también de lo más moderno, aunque su puesta en escena no sea tan conmovedora como otras, porque la acción a bocajarro  está ya demasiado vista y sus primeras imágenes dan a intender una idea que no armoniza del todo con la calma que se sucede a continuación y que se extiende a lo largo del episodio, salvando la batalla con los nifgardianos y la huida de la princesa Ciri.  Tampoco llega a convencer el romance entre Geralt y Remfrey, porque parece un mero relleno y la hechicera cae vencida sin apenas haber aportado nada más al elenco que una escena sexual. Y la trama de la aprendiz que quiere acompañar al brujo es sólo humo, un planteamiento que parece borrado y corregido a última hora por excesiva semejanza con otras ficciones, como lo era la alianza entre El Perro y Arya Stark en Game of Thrones o la de la niña y el druida celta de la serie Britannia

Todo ello da lugar  a un piloto  confuso y algo deslavado, dando la impresión al espectador de que The Witcher no sabe lo que quiere ni hacia dónde se dirige. Parece el viaje de un brujo cazador de monstruos perseguido por su propio destino, pero un destino que no se vislumbra, del mismo modo que tampoco cuál es la batalla entre el bien y el mal ni dónde ésta tiene lugar. Los flashbacks no se diferencian de la acción real y convendría que los hubieran sabido distinguir, porque no basta con un primer capítulo para conocer a los personajes o recordar sus nombres.

Y si el guión parece improvisado, aún más las interpretaciones, el vestuario o la ambientación, que tampoco brillan, y entiéndase literalmente, porque si algo le falta a esta serie es un poco de color: la mayor parte de la acción transcurre en ambientes insípidos, lúgubres y oscuros que poco o nada llaman la atención.  Los escenarios recuerdan vagamente a El Señor de los Anillos, aunque sin lustre. El vestuario me ha parecido pobre para una producción de este calibre. Aquí se puede argumentar que estamos en una fantasía y que por tanto no hay reglas, sólo imaginación, pero es que ¡los vestidos ajustados  de lentejuelas no encajan en absoluto en una hipotética Edad Media! Respecto a los diálogos, ocurre lo mismo: carecen de carga emocional. Su irrelevancia ha hecho que no les prestara mucha atención, además de que se me han antojado escasamente maduros para una producción que quiere ser más adulta y emular, en eso sí, a la gran Game of Thrones, porque juvenil no es, o no tiene intenciones expresas de serlo. Hay quien la tilda de infantil, de adolescente, pero normalmente cuando una serie está destinada a un público juvenil recurre a protagonistas con ese rango de edad, y Geralt de Rivia está más cerca de los cuarenta que de los dieciocho. En ese sentido, creo que The Witcher pretende enganchar a una audiencia amplia, variada y exigente, ofreciendo una mezcla de entretenimiento y emociones desmarcándose un poco de la vieja usanza, aunque con más ambición que pasión.

Para finalizar, concluiría diciendo que The Witcher es un relato al estilo de Legend of the Seeker  o de Merlín, aunque en versión adulta, inmerso en una atmósfera tolkiense. Una serie sin una clara hoja de ruta  que no está a la altura de otras de su género en muchos aspectos, pero que es aceptable dentro del catálogo de Netlix, que ya es bastante decir. Gustará a los amantes más incondicionales de la fantasía épica, siendo para el resto un producto de entretenimiento más, de calidad media pero apto para una tarde libre en la que no se tenga nada mejor que hacer. 

Calificación (sólo capítulo piloto): 6'5



***
Philosophic Dragon




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