martes, 7 de abril de 2020

LA CASA DE PAPEL: LOS ATRACADORES DE MONO ROJO VUELVEN A NETFLIX PARA AMENIZAR ESTA CUARENTENA




Los ladrones de guante blanco más famosos de todos los tiempos han regresado ya a Netflix esta semana para amenizar un poco estos días tan duros de cuarentena. Arranca así la cuarta temporada (o segunda temporada, parte B) de La Casa de Papel, con ocho nuevos episodios que ya están disponibles bajo demanda en la citada plataforma desde hace sólo unos días, y lo hace con grandes dosis de tensión entre nuestros atracadores. Y es que era algo inevitable tras comprobar, por una parte, el desenlace de Raquel Murillo, alias Lisboa, y Sergio Marquina, El Profesor, después de que unos granjeros los descubrieran y ella fuera capturada por la policía y, por otra, la sutil artimaña de Alicia Sierra, que finalizó con una Nairobi herida de muerte.

Sergio logró zafarse de sus captores, aunque muy por los pelos, totalmente convencido de que su amada había sido ejecutada tras escuchar ese horrible disparo que no fue sino el mismo gol pero esta vez en propia puerta. Le habían engañado, y como sucedió en la primera ocasión durante el asalto a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, el amor ha sido lo que una vez más ha contribuido a descompensar aún más la delicada balanza. Los intermitentes flashbacks dejan ver que, meses antes del golpe, los planes no discurrían por tan buen cauce como a ellos les hubiera gustado: Palermo, jefe de la operación, no era tan de fiar y claramente no sustituye a Berlín, por más que se declare fiel al plan original, algo que ya de poco les vale a Tokio, Río, Denver, Estocolmo y compañía, que ahora actúan con más improvisación que la otra vez y quienes también se encuentran más solos que nunca debido a la indisposición de Nairobi y a las dificultades de Sergio para controlar mediante videocámaras y otros artilugios los movimientos en el Banco. Lisboa, entretanto, está retenida y siendo sometida a un constante interrogatorio por Alicia Sierra y, por si eso fuera poco, ahora se ha sumado un traidor  entre los rehenes y Arturo continúa creyéndose el recluso salvapatrias por excelencia. 

A semejantes problemas hay que añadirles el componente humano, algo que La Casa de Papel no ha descuidado nunca: la historia, las experiencias y los sentimientos de sus personajes, que antes que atracadores son personas que luchan en la cuerda floja buscando un futuro prometedor tanto para sí mismos como, si cabe, para el resto de la sociedad. De hecho, tenían millones y parte de ellos volaron en picado desde un dirigible inundando de esperanza  las calles de Madrid y el corazón de los más económicamente desfavorecidos. Algo sorprendente porque la serie ha convertido a propósito a los malos de una película en los héroes del país, en los guerreros de la crisis financiera, demostrando que las autoridades políticas y los cuerpos policiales esconden muchos más secretos y son la personificación de la corrupción, los que aseguran obrar en defensa del bien común cuando en realidad lo hacen en nombre del poder. 

En mitad de la vorágine de la quiebra del golpe maestro, observamos cómo Tokio y Río, de forma paralela a Estocolmo y Denver, afrontan una crisis matrimonial derivada de la situación en la que se han involucrado y que amenaza por momentos su felicidad. En estos instantes tan complicados, deben dejar de lado sus sentimientos, a pesar de que no pueden ni se sienten capaces, y es que el enemigo ha percibido en ellos esa debilidad y trata de dividirlos, porque sabe que juntos son más fuertes. Mientras tanto, Nairobi, que había perdido los nervios con Alicia y había caído en su manipulador chantaje psicológico -la posibilidad de recuperar la custodia de su hijo-, se debate entre la vida y la muerte, con Helsinki, Bogotá y los demás decidiendo si les conviene extraerle la bala del pulmón ellos mismos o arriesgarse a desviarse aún más de la operación; y Río atrapado entre las dudas que suscitó su tortura  y convertido en sospechoso de traición, al tiempo que Alicia sugiere a Lisboa la colaboración secreta del chico...

La serie tiene razón en dos cosas: es peor el enemigo invisible que al que sí puedes ver, porque el miedo y las emociones son justamente el único factor, la única carta, que no han barajado nuestros personajes. Su primer golpe en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre fue casi perfecto, pero han olvidado que de los errores también aprenden sus enemigos, y que las partidas de ajedrez no son sólo cálculos matemáticos, sino también pura psicología. 

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Post by Philosphic Dragon


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