Recientemente se ha sumado una nueva plataforma de streaming al gran emporio de HBO, Netflix y Amazon Prime Video, Apple TV que, en su debut, ha sido la responsable de financiar y emitir un nuevo producto que aspira a llenar el vacío dejado por Game of Thrones y a erigirse como uno de los estrenos más potentes del otoño, junto con Watchmen (HBO) y la próxima The Witcher, que lanzará Netflix a partir del 20 de diciembre. Se trata de See, una serie de ciencia ficción protagonizada por el que quizás se ha convertido en uno de los actores más populares del momento, Jason Momoa, a quien conocimos como Khal Drogo en Game of Thrones, y como Declan Harp en Frontier.
La serie de la franquicia de la manzana plantea un mundo post-apocalíptico distópico en el que la mayor parte de la población humana ha sido aniquilada por un virus letal, que únicamente ha dejado cerca de 2 millones de supervivientes, los cuales han tenido que pagar un alto precio: la pérdida total y absoluta de su capacidad visual. Nos situamos en un mundo de invidentes donde lo extraño es precisamente normal, y donde lo habitual se convierte en algo extraordinario. Estamos ante un relato que nos recuerda vagamente a la Prehistoria, así como a otras propuestas seriéfilas destacadas, tales como la ya citada Game of Thrones, e incluso The 100, con una maravillosa fotografía y memorables paisajes y escenarios, que contrastan con la negrura y frialdad en que se desenvuelven sus protagonistas.
La serie toma prestados algunos elementos de la cultura "grounder" o "terrestre" de The 100, combinados con otros de tinte igualmente sobrenatural pertenecientes a Game of Thrones, originando un cristianismo revigorizante, donde el dios cristiano es el señor de la oscuridad y las tinieblas al que habitualmente se rinde culto, y opuesto a la herejía de la luz, que identifica a aquellos escasos individuos que han nacido con la mutación de la visión y que, por ende, son perseguidos y asesinados por un clan o grupo apodado "los caza-brujos". Todo recuerda a ese célebre "Señor de Luz" tantas veces invocado por la dama roja Melisandre, así como a "La Llama" de The 100, símbolo inmortal de la sabiduría de los comandantes.
Todo ello se superpone a los últimos clanes humanos de la Tierra, uno de los cuales es el de los Alchenny, al que pertenece su líder y protagonista Bava Boss (Jason Momoa) quien, mientras lucha contra sus adversarios, los "caza-brujos", para proteger a su familia, ignora que su mujer, una foránea de oscuro pasado, ha dado a luz a dos gemelos videntes. La omnipresente amenaza de los fanáticos, cuyo clan reside en una antigua central hidráulica, gobernada por una reina -de nuevo, como en Game of Thrones y The 100, las mujeres al poder- víctima de conspiraciones palaciegas, y la aparición de un misterioso amuleto legado por un desconocido vidente llamado Jerlamaral, propician el repentino éxodo de los Alchenny, que tratan de buscar un nuevo hogar.
Y, si bien esto es lo que ofrecen los 56 minutos de duración del episodio piloto -y aún es pronto para vislumbrar el verdadero espíritu de esta ficción-, la serie ya deja muy claro que no se centrará precisamente en esa huida. En ese sentido, See no es una epopeya de supervivencia al uso, sino que plantea un interesante diálogo entre hombre y naturaleza, convirtiendo a éste en un animal vulnerable, en un elemento más de ese paisaje, a merced de la inmisericorde madre Tierra. Eso sí, con pinceladas de magia y fantasía por el camino, reforzadas por un apartado técnico y una factura espectaculares.
El futuro de la humanidad es negro: la pérdida de su sentido más agudo y desarrollado ha propiciado un retroceso tecnológico que ha derivado a su vez en la génesis de una cultural tribal fuertemente tradicionalista, arraigada en la superstición y las costumbres. La paradoja de que esta serie pertenezca al género de la sci-fi se da por el hecho de que aquí ya no hay ciencia que explique el mundo. Hasta el presente, el conocimiento científico constituía un motor de progreso social y tecnológico, un monstruo imparable que ha terminado fagocitando a sus propios creadores y que se ha revelado inútil contra una enfermedad que no tenía cura, lo cual ha provocado rechazo e incredulidad entre los supervivientes.
La ciencia siempre se ha caracterizado por su empirismo: cualquier fenómeno se investiga siempre desde una perspectiva empírica, donde la visión juega un papel fundamental, junto con el resto de sentidos. Se debe demostrar aquello que no está demostrado, percibir lo imperceptible a través de métodos de validez universal para comprobar su existencia. La serie refleja muy bien la incapacidad del ser humano para explicar su mundo por medio del sentido de la vista. Es entonces cuando el espectador se percata de la importancia que ésta ha tenido para el desarrollo de la humanidad, y de la desnudez mental que su ausencia ha provocado, a la vez que se cerciora de su innegable primacía a la hora de juzgar y proporcionar información, información que no siempre representa la esencia total de lo percibido, llegando a ser, muchas veces, incluso superficial.
Frente a ella, los sentidos del olfato y el oído han cobrado especial protagonismo y, como resultado de esa carencia, se han agudizado. Nuestros protagonistas no ven, pero pueden oler, oír y sentir. Aquello que no puede ser detectado a través del olfato, el oído, el gusto y el tacto es irrelevante, extraño, e incluso mágico. Lo estético, las formas, las apariencias, sólo constituyen una parte del ser, pero no todo el ser en su conjunto, y aquí ya no tienen cabida. Conceptos subjetivos como la belleza están en las antípodas del pensamiento del clan de los Alchenny y de sus enemigos. La escritura reverbera como un lejano eco del pasado. Se debe ver para creer y, sin embargo, la imposibilidad de ver es el factor que explica este renacimiento cristiano: ver impide creer en lo que no se ve y, no ver, implica creer en lo que está allende del resto de capacidades sensoriales del individuo. Sólo así se explica ese ambiente religioso que impregna la serie, esa atmósfera sobrenatural y misteriosa, reforzada por las inclementes fuerzas de la naturaleza, como la lluvia y la niebla, la fuerza del río que se apresura a escapar de su accidentado cauce, como un prisionero que huye de su mazmorra... y que es inherente a todos y a cada uno de sus personajes.
La serie, no en vano, podría antojarse como un nuevo "Juego de Tronos", pero todo parece apuntar a que posee personalidad propia, pues ha construido un vasto mundo por explorar, con su propia mitología, sin abusar en exceso de recursos ya muy manidos -el misterio, la magia y lo sobrenatural sólo se husmean ligeramente, pero constituyen el trasfondo y no el axioma sobre el que gira la trama-. La serie invita a seguirla por la curiosidad que suscita -y, que espero, mantenga a lo largo de los próximos capítulos-. See parte de una premisa que puede conducir a multitud de posibilidades argumentales, más allá de las arquetípicas luchas por el poder y la supervivencia. Sólo el tiempo dirá si See terminará por convertirse en la nueva serie de culto de la próxima década. Creer para ver.
*Puntuación (teniendo en cuenta sólo el piloto): 9 de 10
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Post by Philosophic Dragon
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